6. El "humanismo" secularista

Una de las raíces ideológicas de la “cultura” de la muerte es lo que podríamos llamar el “humanismo” secularista. Este falso “humanismo” se distingue del verdadero humanismo cristiano en que reduce al hombre a la dimensión inmanente y rechaza su dimensión trascendente: Dios. El humanismo cristiano centra su visión del hombre en Dios, pues reconoce que Dios es el fundamento de su ser y de su dignidad.
El “humanismo” secularista, por el contrario, erróneamente ve en Dios o en la religión un “obstáculo” para el “progreso” del hombre, sobre todo el progreso científico. De hecho, el “humanismo” secularista pone todas sus esperanzas en el hombre, en su ingenio científico y tecnológico y en esta vida terrenal, rechazando o restándole importancia a la vida eterna con Dios.
Esa es, en pocas palabras, la ideología del “humanismo” secularista, tal y como la han plasmando sus proponentes en los dos Manifiestos humanistas que se han publicado hasta la fecha en Estados Unidos, uno en 1933 y el otro, más radical todavía, en 1973.
Uno de los firmantes del I Manifiesto humanista (el de 1933) fue John Dewey, considerado el padre de la educación estadounidense. Sólo podemos imaginarnos el tremendo daño que el excesivo pragmatismo de Dewey le ha hecho a la mentalidad del pueblo de Estados Unidos y, por la poderosa influencia de este país, en el resto del mundo. Los malos frutos de esa ideología se están cosechando hoy en la “cultura” de la muerte.
El II Manifiesto humanista, publicado en 1973, tuvo una larga lista de signatarios, todos ellos personnas muy influyentes --intelectuales, académicos, científicos y educadores. Es importante destacar que entre esos firmantes estuvieron el Dr. Alan F. Guttmacher, que en esos tiempos fue dirigente de Paternidad Planificada; Norman Fleishman, otro líder en Estados Unidos en aquel entonces de esa misma organización proabortista; el Dr. Henry Morgentaler, un tristemente famoso abortero del Canadá; Betty Friedan, a quien ya mencionamos y que fue la fundadora del feminismo radical en Estados Unidos y de la organización feminista NOW, a la cual también ya hemos mencionado; Sol Gordon, uno de los promotores principales de la “educación” sexual inmoral en Estados Unidos; y Julian Huxley, de Gran Bretaña y ex director de la UNESCO.
Las siguientes citas que hemos seleccionado del II Manifiesto humanista revelan, por sí mismas, la ideología agnóstica, relativista y antivida del “humanismo” secularista.
Con respecto a la religión o a la fe en Dios, los signatarios del Manifiesto afirman:

“No podemos descubrir ningún propósito divino o providencia para la especie humana. Aunque hay muchas cosas que desconocemos, los seres humanos somos responsables de lo que somos o de lo que seremos. Ninguna deidad nos va a salvar; tenemos que salvarnos a nosotros mismos”.

Este rechazo de Dios lógicamente lleva a un rechazo también de los principios morales objetivos y absolutos y, consecuentemente, a la aceptación de una “moral” relativista. Con respecto a ello, los firmantes declaran:

“Afirmamos que los valores morales se derivan de la experiencia humana. La ética es autónoma y situacional, no necesita ninguna aprobación teológica o ideológica. La ética surge de las necesidades humanas y del interés humano.”

Toda esta palabrería sonará muy bonito, pero es falsa, absurda y dañina. Si cada cual tiene unas necesidades y unas experiencias diferentes, entonces lógicamente cada cual tendrá una “ética” diferente. La conclusión de todo ello es que los más fuertes impondrán su “moral” o sus “valores” sobre los más débiles e indefensos. Es lo que está ocurriendo, por ejemplo, con el aborto y la eutanasia. Los que tienen voz y voto deciden en una falsa e hipócrita “democracia” aprobar estas prácticas criminales para su propia conveniencia y egoísmo, llamándoles “intereses” o “necesidades”. Sólo una moral objetiva, absoluta y universal, fundada en la bondad y la justicia de Dios, puede garantizar que los derechos y los deberes de todos sean respetados y promovidos.
En relación con los crímenes del aborto y la eutanasia, así como otros males, los signatarios declaran: “En el área de la sexualidad, creemos que las actitudes intolerantes, a menudo cultivadas por las religiones ortodoxas y las culturas puritánicas, reprimen indebidamente la conducta sexual. El derecho al control de la natalidad, al aborto y al divorcio debe ser reconocido... Las distintas formas de exploración sexual [¿homosexualismo?] no deben ser consideradas malas en sí mismas... Para acrecentar la libertad y la dignidad, el individuo debe experimentar un ámbito completo de libertades civiles en todas las sociedades. Ello incluye...la eutanasia y el derecho al suicidio.”
Obsérvese que, además de recurrir otra vez a la palabrería, los signatarios del Manifiesto tildan a sus oponentes de tener “actitudes intolerantes” y de ser “puritánicos”. Esa es una estrategia típica de los promotores de la “cultura” de la muerte, ridiculizan a los que se le oponen y evitan el diálogo abierto, sincero y fundado en sólidos argumentos científicos y éticos. Los proabortistas de Estados Unidos, por ejemplo, jamás admiten que en los medios de comunicación se muestre qué es el aborto y qué le hace al bebito no nacido y a su madre. Luego acusan de “intolerantes” a los que defienden la vida de aquellos que no tienen ni voz ni voto.

  ©Template by Dicas Blogger.