11. El matrimonio a prueba

Actualmente existe una curiosa dicotomía en la vida pública americana. Por un lado, quienes pueden, y de alguna manera están motivados a casarse, deciden luego no hacerlo. La cantidad de matrimonios en EU ha bajado un 50% desde 1960. La proporción de mujeres americanas solteras entre las edades de 25-29 años, que constituían poco menos de 10% en 1965, alcanzó un 39% en el 2000: lo que representa un incremento cuádruplo. Entre los hombres de la misma edad, hubo un incremento de hombres que nunca se han casado, de 18% en 1965 a 44.4% en el 2000. Lo que el Censo ha llamado “hogares de personas no casadas” ha aumentado: de 523,000 casos de parejas heterosexuales que convivían en 1970 a 4,900,000 en el 2000; nueve veces más. Mientras tanto, el número de propietarios de hogares que no constituyen una familia en EU, sin matrimonio ni hijos, subió de 7 millones en 1960 a cerca de 33 millones en el 2000. Una cifra cuatro veces más grande. Al mismo tiempo, el número de parejas casadas con hijos se redujo un poco, de 25.7 millones en 1960 a 25.2 millones en el 2000. Visto en proporción, del 76 % de los hogares que en 1960 estaban formados por parejas casadas, sólo se dio un 53 % en el 2000.
También podemos observar lo que el psicólogo Kingsley Davis, de la Universidad de Southern California, ha denominado “Declining Marital Output”, que significa “menos hijos”. El por ciento de fertilidad en parejas en EU bajó de 157 partos (por cada 1000 mujeres casadas entre los 18 a 44 años) en 1957 a sólo 84 en el 1995, una dramática merma de hijos. Por otro lado, hay un creciente reclamo por obtener matrimonios legales entre personas cuyas relaciones han sido tradicionalmente rechazadas. Según Lamba Legal explica-“Las parejas del mismo sexo desean contraer matrimonio por las mismas razones que cualquier otra pareja: buscan la seguridad y protección que resultan de una unión legal…; quieren el reconocimiento de sus familiares, amigos y del mundo…; y buscan la estructura y el sostén que por los lazos emocionales y económicos brinda el matrimonio.” Muchos analistas legales creen que la decisión que en el 2003 la Corte Suprema de los EU, tomó para el caso Lawrence y Garner vs. Texas ha abierto la puerta para la aceptación del matrimonio legal entre parejas del mismo sexo.
Hay retos mucho más amplios para la institución del matrimonio contemporáneo. Una serie de recomendaciones que la ALI emitió en noviembre de 2002, le restaría el estatus legal al matrimonio tradicional, no por revocación directa, sino por extenderle a otras relaciones las protecciones que el matrimonio provee. Estas propuestas, por ejemplo, conceden el derecho de sustento y de propiedad a parejas que convivan, sean hetero u homosexuales: “una pareja doméstica tiene derecho a pagos compensatorios igual que un esposo o esposa.” Más aun, el ALI urge que el adulterio se elimine como un factor determinante en cuanto a los acuerdos de divorcio como son la custodia de los hijos y la división de bienes: “No es justo que el adulterio de un cónyuge sea relevante para el reclamo de pensión”. El número de personas que pueden pedir custodia de o derechos para visitar un niño también se extiende para incluir a un padre o una madre “de facto”, como sería una pareja lesbiana de la madre biológica del niño. Mientras tanto, “The Alliance for Marriage”, dirigida por el ex delegado del Distrito de Colombia Walter Fauntroy, ha propuesto en este Congreso una enmienda a la Constitución de los EU declarando que “El matrimonio en los EU consistirá solamente de la unión entre una mujer y un hombre” y que las cortes confieran el estatus matrimonial a otros tipos de parejas o grupos.
Al observar el desarrollo de las naciones occidentales, dos eruditos notan que las estructuras legales concernientes con el matrimonio, que habían sido “bastante estables durante varios siglos, de pronto se han desmoronado bajo la presión combinada del capitalismo, el individualismo y la degradación moral.” Donde “el matrimonio era para toda la vida” la salida de éste, vía el divorcio, ahora es fácil y unilateral. El papel legal del matrimonio, que confiere legitimidad a los hijos, también ha desaparecido. Las relaciones informales están a la par los matrimonios tradicionales. “Aun, uno de los últimos restos de las leyes tradicionales de la familia, el requerir que los esposos y padres sean de diferentes géneros, está bajo ataque,” en algunas naciones que entienden “derechos casi-matrimoniales a parejas del mismo género.” Los autores concluyen: “Los principios que incuestionablemente dominaron las leyes familiares por cientos de años, han tomado un giro de 360 grados.”
Es curioso notar que en el 1926, los líderes comunistas de la Unión Soviética impactaron al mundo al considerar abolir el matrimonio legal. Uno de los defensores más apasionados de esta medida, el fiscal Kritenko, explicó:
¿Por qué el Estado tiene que saber quien se casa con quién? Claro, si vivir juntos sin el registro legal, prueba suficiente de relación marital la poligamia o la poliandria, pero el Estado no puede poner barreras en contra de esto. El amor libre es la meta de un estado socialista. En ese Estado el matrimonio estaría libre de cualquier obligación, incluyendo lo económico, y se convertiría en una unión absolutamente libre entre dos seres.
Aunque el comunismo fracasó como sistema económico y político, su visión social del matrimonio como ‘libre de toda obligación, incluyendo la economía’ se ha concentrado en Europa Occidental, especialmente en Suecia. En ese país, el sello ‘matrimonio’ aún sobrevive, pero no confiere un estatus significativo. Para cualquier beneficio social para las contribuciones se asume que la pareja casada son realmente dos individuos. Más aún, un ‘matrimonio tradicional’ de padre proveedor y madre ama de casa, paga una gran penalidad financiera. Según el American Law Institute Report sugiere, la profesión legal en EU está promoviendo llegar al mismo fin.
Es muy peculiar el hecho de que- distinto a personas, por ejemplo, de 1957, hoy sabemos, a partir de la evidencia irrefutable de las ciencias sociales que el matrimonio es favorable para la sociedad, para los adultos y para los hijos. Libros como los de Glenn Stanton, The Marriage Matters (1997), The Case for Marriage de Linda J. Waite and Maggie Gallagher ( 2000) y A Family Portrait de Bridget Maher (2002) demuestran que el matrimonio tradicional es un gran e irremplazable don social ; todo buen gobierno tiene un interés vital en promover todos los matrimonios tradicionales que sean posibles. Bajo el matrimonio tradicional, los adultos suelen estar significativamente más saludables, más felices, más seguros, más ricos, pudientes y viven más años. Los hijos de matrimonios tradicionales estables están mucho más saludables de alma, cuerpo y espíritu. Son más exitosos en la vida y en su educación, y mucho menos propensos a utilizar drogas y alcohol o a tener problemas con la justicia. Estos matrimonios tradicionales le reducen dramáticamente los costos de beneficencia pública al gobierno, aumentan los ingresos y producen un ciudadano mucho más comprometido. Aún así, muchos gobiernos que se benefician de los matrimonios legales conspiran a menudo para debilitarlos.
En esta época de confusión, quizás debamos hacernos la pregunta fundamental: ¿Qué es exactamente el matrimonio? Los griegos tenían una respuesta. De acuerdo a una leyenda comentada por Platón, hubo una vez un ser de ambas naturalezas, mujer y hombre, que ofendió a los dioses y como castigo, estos lo dividieron en mujer y hombre. Desde ese momento, el hombre y la mujer buscan su otra mitad; cuando la encuentran se reintegran mediante el matrimonio. El libro de Génesis, sagrado para los judíos, los cristianos y los musulmanes, da otra respuesta: “Dios los creó a su imagen y semejanza.” Los creó hombre y mujer y les bendijo, y les dijo: Creced y multiplicaos y dominen la tierra.” Por eso el hombre deja a su padre y a su madre y se une a su esposa para formar una sola carne. El escritor francés del siglo XIX, Louis de Bonald, quien contribuyó en la fundación de la ciencia moral moderna, define el matrimonio como “Una sociedad en potencia” que se convierte en una ´’sociedad real’ cuando nace el primer hijo/ hija. “En síntesis, la razón del matrimonio es procrear hijos.” Compare esta imagen tan rica en su contenido con la de los sociólogos modernos que la describen como característica primordial del matrimonio el darse simplemente para la “aprobación pública y el reconocimiento”: es decir, que es “matrimonio”, si el “público” dice que lo es.
Como miembro certificado del “público”, quiero ofrecerles mi definición, aún tosca, de lo que es el “matrimonio” y presentarles, además, sus implicaciones públicas. Lo haré utilizando cinco imágenes:

PRIMERO: EL MATRIMONIO ES PARTICULARMENTE AMERICANO.

Un punto de vista popular tiende a ver al americano, entre los pueblos del mundo, como seres comprometidos únicamente con el individualismo, la autonomía personal y el cultivo del propio ser. Algunos analistas arguyen que esta actitud se remonta a los tiempos coloniales, antes de la Revolución Americana. Al escudriñar la historia más a fondo descubrimos otro parecer. Según el científico político de la Universidad de Colgate, Barry Alan Shain, en su maravillosa libro “The Myth of American Individialism” (de Princeton University Press), parece ser que la mayoría de los americanos del siglo XVIII no pueden ser caracterizados certeramente como predominantemente individualistas. La gran mayoría vivía voluntariamente en comunidades agrícolas, moralmente estrictas, influenciadas por normas sociales y morales protestantes. Estas comunidades se definirán por sus enlaces entre los círculos familiares y comunitarios, la auto-regulación y hasta la abnegación.
En efecto, la evidencia sugiere que en América ha pervivido una fuerte cultura del matrimonio. Ben Franklin lo entendió al atribuir la abundancia de tierra y oportunidades en América al matrimonio universal durante mediados del siglo XVIII. Los matrimonios en América son más generales y se llevan a cabo más temprano que en Europa, escribió Franklin, al ver que la cantidad de matrimonios y la tasa de natalidad duplicaban el promedio de Europa. Veinte años más tarde, Adam Smith lo entendió, al atribuirle a la cultura americana del matrimonio un carácter de economía próspera.
Lo que determina la prosperidad de un país es el incremento en el número de sus habitantes. El valor de los hijos es el mayor estímulo para el matrimonio. No podemos, entonces sorprendernos porque los americanos generalmente contraigan matrimonio a una corta edad.
Alexis de Tocqueville lo comprobó durante su visita a América a mediados del siglo XIX:

Ciertamente no hay un país en el mundo donde los lazos matrimoniales sean más respetados que en América, o donde la felicidad conyugal es más apreciada. Mientras que el europeo hace todo lo posible por olvidar sus problemas domésticos agitando la sociedad, el americano deriva de su propio hogar el amor por el orden, que después lleva consigo a los asuntos públicos.

Sociólogos americanos lo observaron a medidas del siglo XX, cuando la edad promedio para el primer matrimonio bajó a 20 para las mujeres y 22 para los hombres. Para el 1960, el 90% de las mujeres entre 25-29 años y el 80% de los hombres de la misma edad, ya estaban o habían sido casados. A los 40 años, 95% de todos los americanos estaban o habían estado casados.
¿Cómo funcionaba esta cultura americana del matrimonio? Permítanme compartir con ustedes una anécdota personal. Comencé mis estudios universitarios en una institución luterana de Artes Liberales cerca del rió Mississippi en Illinois, Augustana College. Cuando llegué en septiembre de 1967 como estudiante de primer año, el tan comentado desorden moral de los años 60 aún no había llegado a nuestro campus. Por el contrario, nuestro presidente saludó a todos los estudiantes nuevos y a sus padres en una asamblea, en la que jovialmente dijo: “Miren a su alrededor. Puede que su futuro esposo, esposa, o suegros estén sentados al lado suyo.” Todos nos reímos pero él decía la verdad. El campus de Augustana, como muchos de ese tiempo, era el sitio donde uno esperaba conocer a su futuro esposo o esposa. Por lo menos para mí y para muchos de mis amigos fue así. La expectativa del matrimonio perneaba el ambiente ya que se asumía que el próximo paso era el matrimonio; todas las señales culturales e institucionales te dirigían hacia esa dirección.
Hoy día, estas señales no se encuentran en la mayoría de las universidades y colegios. Una excepción importante es la Universidad de Brigham Young, que ahora es la universidad privada más grande de la Nación Americana. En ésta las expectativas de una pronta madurez y de un matrimonio temprano existen todavía. Así es todo, desde el ambiente hasta el estatus en el campus, en donde se destacan imágenes positivas de la maternidad, la paternidad, los hijos, y el hogar.
Curiosamente, la cultura del matrimonio en América está sobreviviendo en otro lugar mucho menos esperado: Hollywood. ¿Qué tienen en común las siguientes películas populares: My Big Fat Greek Wedding, Maid in Manhattan, Sweet Home Alabama, Kate and Leopold, Notting Hill, Runaway Bride, You’ve Got Mail, Pretty Woman y Sleepless in Seattle? Mi hija las llama “películas sólo para mujeres”. Una mejor descripción puede ser “películas para matrimonios”, porque todas presentan el matrimonio como algo fantástico, que satisface y llena todas las expectativas en la vida de una mujer. Ninguna de estas películas, ni siquiera el género completo, pudieron haber sido hechas en la Europa Occidental, cínica y libertina. Los europeos ya no creen en la cenicienta; los americanos sí. Estas películas son exclusivamente nuestras: señal de que todavía existe un anhelo por el matrimonio y el hogar.

SEGUNDO: EL MATRIMONIO ES LA UNIÓN DE LO SEXUAL Y LO ECONÓMICO.

Esta no es sólo mi observación; más bien ésta es la definición clásica del matrimonio tradicionalmente utilizada por antropólogos culturales para explicar mejor esta institución: a saber, hombres y mujeres cooperan económicamente para producir y criar hijos.
De acuerdo con las grandes investigaciones antropológicas del siglo XX, el matrimonio como tal existe en toda sociedad humana. El paleo-antropólogo C. Owen Lovejoy escribió en la revista Science que la evidencia demuestra que los hombres y las mujeres se atraen por una afinidad natural: un deseo innato por la unión permanente con una pareja. En efecto, él ve este desarrollo de cooperación económica en parejas de unión permanente como la clave para una evolución social humana; esto es, como la razón primordial para la supervivencia y el éxito. Ciertamente, por miles de años y por cientos de generaciones, la humanidad ha organizado sus tareas económicas en torno a la familia. El cultivo, la preservación y preparación de comestibles, el refugio, la manufactura de ropa, la educación y la atención médica, todas estas tareas y muchas más se llevaban a cabo en el hogar. El hombre y la mujer, el esposo y la esposa se especializaban en su labor de acuerdo a sus fuerzas. El trabajo de ambos, sin embargo, se desarrollaba en el hogar y fundamentalmente para la sobre vivencia de la familia. En otras palabras, la familia humana se había aclimatado a una vida en hogares autosuficientes, en la finca o en el pueblo.
Muchos catalogan la revolución industrial de los últimos 150 años como “el cambio tecnológico más grande que ha ocurrido en la sociedad” y como el origen de los retos actuales del matrimonio. La industrialización rasgó la economía del hogar. Más concretamente, esta revolución movió el lugar de trabajo del hogar a la fábrica u oficina; desplazó las destrezas productivas de cultivo y tareas domésticas por especializaciones exageradas entre marido y esposa buscando preservar el hogar como refugio para los hijos. Pero hasta esta concesión dejó de funcionar por los ataques ideológicos y la gran demanda de mano de obra femenina y por oficinas y fábricas.
Hay mucho de verdad en este análisis. Sin embargo, muchos argumentan que ahora se necesita otro tipo de familia: una familia “igualitaria”, sin roles específicos ni producción en el hogar que se acomode a las demandas industriales. Pero no será posible. Concuerdo con Kingsley Davis que “tal sistema de familia igualitaria” como la que podemos ver hoy día en Europa occidental no se puede mantener. El altos por ciento de divorcios y de la cohabitación, combinado con el bajo índice de natalidad “crea dudas sobre si sociedades bajo este sistema igualitario pueden sobrevivir”.
La alternativa es buscar nuevos métodos de articular o promover el matrimonio como asociación económica. Entre 1948 y 1969, por ejemplo, el gobierno de los EU trató el matrimonio como una verdadera sociedad (asociación) para fines de contribuciones, permitiendo que parejas casadas dividieran sus ingresos como cualquier otra asociación legal. Un resultado fue el aumento en matrimonios durante esa era; un fenómeno que terminó al eliminar la división de ingresos. Además, estudios en Australia revelan que la economía tradicional en el hogar no ha desaparecido. En sociedades industriales avanzadas. como EU y Australia, el valor de las actividades en el hogar como el cuidado de niños, la carpintería y preparación de comida, aún es tan grande como la economía oficial. Un creciente número de americanos están cambiando radicalmente la industrialización de actividades, que una vez fueron de la familia, como vemos, Por ejemplo, en la educación en la casa, que ahora busca 2 millones de niños americanos hoy. Como resultadote esto vemos matrimonios más sólidos.

TERCERO: EL MATRIMONIO ES EL BALANCE ENTRE LAS RESPONSABILIDADES Y LOS BENEFICIOS

El profesor de leyes Richard Stith, de Valparaíso University, ofrece una perspectiva libertaria que puede clarificar esta situación. El sostiene que liberales y conservadores deben aceptar que los registros estatales de amistades son una mala idea. En efecto, en el presente, muchas clases de amistades no están reguladas en los EU. Muchos estados han decidido que las relaciones sexuales fuera del matrimonio no constituyen un crimen y por lo tanto no las prohíben. Esto implica, por ejemplo, que esos que participan en relaciones con el mismo sexo son tan libres como cualquier persona para formar uniones sexuales duraderas- y sellarlas con promesas, votos, o contratos, todo sin la aprobación y el registro del gobierno.
Stith enfatiza que sólo una categoría de unión heterosexual es inscrita por el gobierno: aquellos que forman un matrimonio legal. Pero que esto no puede ser visto como una libertad o derecho. Más bien, es ante todo una carga. En su mayor parte, la legislación sobre el matrimonio limita, en vez de incrementar, la libertad del individuo. Las leyes sobre el matrimonio regularmente ordenan el compartir ingresos y deudas, obligan el mutuo apoyo, y limitan los derechos para concluir con la relación.
¿Por qué los gobiernos no regulan la mayor parte de las relaciones, y continúan cargando e inscribiendo las uniones heterosexuales? Stith contesta:
Todos sabemos la respuesta: las relaciones sexuales entre hombre y mujer puede y generar hijos, seres vulnerables y esenciales para el futuro de toda comunidad… Matrimonios duraderos reciben la aprobación de la sociedad, porque ayudan a procrear seres humanos capaces de practicar la libertad.
Uniones heterosexuales pueden procrear un niño en cualquier momento, así que el público tiene gran interés en que se estabilicen desde el principio. Por el contrario, uniones sexuales del mismo sexo son absolutamente estériles; el interés público en se estabilización sólo se daría en aquellos casos de adopción por estas parejas; y solamente en el momento de la adopción no al principio de la relación. Los pocos beneficios adjudicados al matrimonio legal (y no disponible por contrato privado) como el seguro social, se justifica como compensación a esos padres que se sacrifican, Como los que renuncian a su carrera para criar a sus hijos. Tal padre, voluntariamente, comparte la vulnerabilidad de sus hijos al convertirse en dependiente, y merece alguna protección financiera.
Stith hace otras preguntas pertinentes: ¿Realmente queremos la regulación extendida sobre otros tipos de relaciones? Los dueños de armas de fuego, él anota, ven como alarmante cualquier tipo de legislación que facilite la inscripción de armas. “¿Cómo los homosexuales y las lesbianas pueden asegurarse que una lista de inscripción al final no va a ser perjudicial? ¿Por qué limitar la inscripción de matrimonios y sus beneficios solamente a uniones de parejas? ¿O en comportamiento sexual? Si la potencial preocupación de niños no es el criterio, ¿por qué no inscribir todo tipo de relación y adjudicarle beneficios?
El problema surge que al expandir los beneficios matrimoniales los costos suben, y por tanto disminuyen el valor promedio del beneficio. Es importante notar que al extender “los derechos matrimoniales a parejas del mismo sexo en Suecia se dejó sin cubierta de estatus legal y beneficios económicos al “matrimonio”. Se obtuvo la clasificación, pero sin ninguna ventaja, y con el precio de terminar con la protección a favor de niños vulnerables y padres naturales abnegados.

CUARTO: EL MATRIMONIO EN UN EVENTO COMUNAL

Hace falta un poeta para recordarnos que el matrimonio es más que un vínculo entre dos personas. Andel Berry de Kentucky realza que el matrimonio también existe para atar a la pareja como “padre a hijo, familias a comunidad y comunidad a la naturaleza”. Los novios proclaman sus votos a la comunidad como a ellos mismos y la comunidad se reúne alrededor para escucharlos y desearles bien. La salud y el futuro de la comunidad depende de la perseverancia de estos votos. Estos atan a los contrayentes con el pasado y el futuro, con el cielo y la tierra. ”El matrimonio es “la conexión fundamental sin la cual nada se mantiene unido.” Aún la muestra de amor de un enamorado a otro: nos persuade a entender que somos: Uno para el otro y para todos...
Cuán raro es pensar que aún en los niños que no han nacido nosotros estaremos presentes. Berry insiste que el amor sexual dentro del matrimonio es el corazón de la vida comunitaria, de la misma forma que la persona se conecta con la creación, la abundancia de la tierra y la fertilización. Berry utiliza la metáfora diciendo que el matrimonio “nos lleva a bailar juntos para así mantener la comunidad en su sitio. Esta tarea del construir comunidades realiza la tragedia que representa la revolución del divorcio por mutuo acuerdo. Hasta fines de los 60, todos los estados americanos requerían encontrar una falta -como el adulterio, crueldad, abandono – antes de llevar a cabo un divorcio. La introducción de causa “sin culpa” en las últimas décadas realmente provocó que los sentimientos negativos simplemente se movieran a otros asuntos como: custodia de los hijos. originado para reducir el tiempo que en corte toma resolver conflictos familiares, el cambio al divorcio por mutuo acuerdo condujo a un incremento en la tasa del divorcios. Más importante aún, es que la eliminación del concepto de falta en casos de divorcio ocasionó la pérdida entendimiento colectivo que consideraba que romper un matrimonio era un crimen en contra de la comunidad. Los niños, vecinos, amigos, la comunidad en general, sería afectada negativamente por el divorcio. Es importante que alguien se responsabilice por este golpe en contra de la comunidad. Pero aún en esto hemos fracasado.

QUINTO: Y ULTIMO: EL MATRIMONIO ES POLITICO

Esto es cierto hasta cierto punto, un estudio reportado por Business Week señala que las mujeres tienden a votar por los demócratas después de un divorcio y por los republicanos después de contraer nupcias. Pero estoy más interesado en el matrimonio como “político” en un sentido más amplio, como explica el periodista inglés G.K. Chesterton. El entiende que la familia es un “triángulo de verdades entre padre, madre e hijo”, una institución antigua que existe antes del estado y una que no puede ser destrozada, pero que si puede destruir a aquellas civilizaciones que la desatiende. Este pequeño estado fundado por los sexos es a la misma vez voluntario y el más natural de todos los estados autogobernados”. Los gobiernos modernos buscan apartar a los individuos de sus familiares para poder gobernarlos mejor: los dividen para dividirlos para debilitarlos. Pero la familia es auto-renovable como expresión misma de la naturaleza humana, que construye sobre el estado natural del matrimonio. “El ideal sobre el que se apoya el matrimonio es la libertad, sostiene Chesterton. Se basa en la libertad porque es “necesario y voluntario a la misma vez. Es el único control en el estado que se renueva constantemente.” Crea una “provincia de libertad” donde la verdad protege la persecución, y donde el buen ciudadano puede sobrevivir dentro de un mal gobierno.
En conclusión, veo el matrimonio como especialmente americano, como la unión de lo sexual con lo económico, como un balance fructífero entre cargas y beneficios, como un evento comunal, y como político en su esencia. ¿Qué implicaciones políticas pueden substraerse de este análisis? Brevemente: los estados deben incluir las “faltas” de nuevo en las leyes que regulan el proceso del divorcio. Medidas para que el llamado “matrimonio por contrato”, que crea una unión voluntariamente aceptada, requieran que haya una falta para disolverlo, lo que sería una manera relativamente indolora para comenzar el proceso. Lo ideal es que las “faltas” sean reincorporadas a las leyes de divorcio aplicables a todos los casos, para que así se recalque la naturaleza comunal del matrimonio y la gravedad social del divorcio.
Todo gobierno debe tratar el matrimonio como una asociación económica. A nivel federal, esto implica reintroducir verdadera “división de ingresos” en contribuciones federales (lo que eliminaría la “penalidad de matrimonio”). A nivel de estado, este principio estimularía una amplia aplicación del concepto de propiedad comunitaria, heredado de los antiguos códigos hispanos del suroeste de los Estados Unidos.
El status legal del matrimonio, y los beneficios que éste confiere, deben restringirse a la unión monógama de mujer y hombre: simple y precisamente porque de ahí derivan los niños. La salud y el buen orden de nuestras comunidades y nación depende de los matrimonios fuertes y sólidos.
Idealmente, el antiguo principio seguirá siendo reconocido por los 50 estados. De ser necesaria, una enmienda a la Constitución de los Estados Unidos para proteger el matrimonio, como ha sido definido aquí, se justificará como escudo contra una ingeniería social perjudicial. En deferencia al principio de libertad, otras relaciones humanas se han dejado sin reglamentar y sin inscribir.
La renovación de una cultura americana del matrimonio dependerá ante todo de incentivos comunitarios y religiosos. Así mismo, es apropiado que los programas federales para el bienestar público (como TANF) busquen maneras de fomentar y afirmar el matrimonio entre esos que reciben estas ayudas. Estas no son, y nunca han sido, decisiones estrictamente privadas. El interés público está muy involucrado en el estado del matrimonio. El bienestar de los niños y el futuro de esta nación requieren la creación y mantenimiento de hogares fuertes de parejas casadas. Con respecto a esto el gobierno federal puede asumir un papel afirmativo.
Nota: El texto escrito es una traducción literal de la conferencia: “Marriage on Trial” dictada el ___ de febrero de 2004, por Allan Carlson, en la Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico.

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